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El «techo de cristal» es una metáfora utilizada para describir las barreras invisibles que impiden a las mujeres y a otros grupos minoritarios alcanzar los puestos más altos en sus carreras profesionales, a pesar de su cualificación y esfuerzo. Estas barreras no son formales ni explícitas, pero operan a través de prácticas y estructuras institucionales que perpetúan la desigualdad. Factores como los estereotipos de género, la falta de redes de apoyo o mentores, y la escasa visibilidad de modelos femeninos en posiciones de poder son ejemplos de cómo se manifiesta este fenómeno. A pesar de que no hay reglas oficiales que limiten el ascenso de estos grupos, el techo de cristal sigue restringiendo su acceso a posiciones de liderazgo, poder y toma de decisiones.

Uno de los factores clave que agrava este problema, tanto en el ámbito científico como en otros ámbitos, es la influencia de la maternidad. En muchas ocasiones, las investigadoras se ven obligadas a hacer una pausa en su carrera para dedicarse al cuidado de los hijos, lo que puede ralentizar su progreso en comparación con sus compañeros varones que no asumen su corresponsabilidad. Las políticas académicas no siempre ofrecen suficiente apoyo para conciliar la vida personal con la profesional, y las expectativas de productividad académica, como publicar en revistas de alto impacto o conseguir financiación, suelen no tener en cuenta las responsabilidades de cuidado. Esto genera una doble carga para las mujeres científicas, quienes deben equilibrar las exigencias del hogar con los altos estándares de la academia.

Además, el cuidado de mayores, como padres o familiares dependientes, también afecta desproporcionadamente a las mujeres en la ciencia. Este tipo de cuidado, al igual que la maternidad, implica una inversión significativa de tiempo y energía, lo que puede limitar las oportunidades de networking, participación en conferencias o acceso a oportunidades laborales internacionales. Sin estructuras de apoyo adecuadas, muchas mujeres sienten que deben elegir entre su carrera científica y sus responsabilidades familiares, perpetuando la desigualdad de género en el ámbito científico.

Para superar el techo de cristal y equilibrar las oportunidades entre hombres y mujeres, es crucial implementar políticas que promuevan la equidad de género. Entre las medidas más importantes se incluyen la creación de sistemas de apoyo para la conciliación de la vida personal y profesional, como permisos de maternidad y paternidad más flexibles, y políticas que valoren de manera justa los periodos de pausa por cuidados familiares. Además, es fundamental promover programas de mentoría y tutoría para mujeres jóvenes en la ciencia, facilitando el acceso a redes profesionales que impulsan las carreras. También se deben fomentar entornos de trabajo inclusivos y diversas estrategias de contratación y promoción que prioricen la igualdad de oportunidades.

Como hemos visto, el techo de cristal afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Reconocer y abordar estos desafíos es esencial para crear un entorno más inclusivo y diverso, donde todas las personas tengan las mismas oportunidades de avanzar y destacar.

 

Comité de Igualdad e Inclusión IBV

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